Jesús NIETO PANTOJA, nacido en Madrid, España. Obra del artista permanente en el fondo Galería Durán Exposiciones de Arte
de Madrid.
Ultimas exposiciones en:
- Mayo 2005, Durán Exposiciones.
- Septiembre 2005, F.A.I.M. (Madrid).
- Agosto 2006, ART-SALZBURGO, Austria.
CRITICA:
Perfeccionamiento. Minuciosidad. Conciencia del deber
de hacerlo mejor. Imitación de la naturaleza del mismo entorno del pintor.
Jesús NIETO PANTOJA es un inconformista del arte que no escatima en
esfuerzos para intentar que cada trazo, cada pincelada de color, sea mejor que la
anterior.
La creación pictórica ha sido siempre su gran pasión; de ahí la cantidad de cuadros
que ha creado de temas cotidianos.
Muchos de ellos, revisiones de lo que a su vez fue un primigenio esbozo, rápido,
espontáneo de la naturaleza. No exagerando. Ha llegado a pintar siete cuadros de un mismo
tema, distintos puntos de vista, distinta luz, distinta perspectiva.
Siempre buscando la perfección que en el anterior cuadro creyó no haber logrado.
La justificación, el perfeccionamiento.
Por eso, porque no ha encontrado aún la perfección que tal vez no exista, no guarda en
su estudio especial afecto por ninguna de sus composiciones.
La obra pictórica de NIETO PANTOJA ha estado ligada a su entorno más
querido, calles que despiertan la admiración del pintor por su sencillez y por la
imprenta que da su fuerte personalidad. |
CRISTINA VIVES, Periodista y
crítica de arte |
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Las sombras de los objetos sobre los muros
desconchados de cualquier vieja calle de Madrid, la indolencia que inspira una tarde
soleada cuando el astro rey agoniza en su persistente calentar las fachadas; el utensilio
vulgar, carente de belleza o de interés para el viandante, la carretilla, el andamio, la
ropa tendida o las cajas apiladas a la puerta trasera del bar... Motivos todos ensalzados
por una paleta, la de Nieto Pantoja, que no escatima tiempo ni esfuerzo en
recrear deleitando los más deslucidos rincones de nuestra ciudad. Comedido en su paleta
pero enormemente cuidadoso a la hora de aplicar el toque de color preciso, Nieto
Pantoja se instala en la acera para retratar al detalle la realidad urbana
cotidiana e insignificante. En sus cuadros, una pátina de herrumbre y enfoscado añoso
envuelve los espacios envejecidos, raídos, desgastados por el uso y el inefable paso del
tiempo. Un tiempo detenido, un viaje a ese pasado cargado de añoranza, al cual nos
trasladan los rincones más humildes y olvidados de un barrio lisboeta o madrileño. Hay
soledad, silencio, misterio, y mucha nostalgia en cada una de las imágenes que como
emblemas de otra época develan los fantasmas que habitan ese vetusto caserón con
portalón, rejas en las ventanas y altos zócalos de granito llenos de cochambre, hoy
condenado al descuido o al abandono.
Un estudio previo de perspectivas sencillas que van desde la visión frontal hasta el
plano corto con puntos de vista bajo o elevado, hacen de estos espacios vaciados de
humanidad, breves fragmentos de la vida. La anécdota, el dato trivial pero sin dudad
importante para reconstruir los hechos, nos lleva a imaginar toda una vida anónima
alrededor de cada espacio, de cada exterior que significa también la existencia de un
interior habitado. Incitando así nuestra curiosidad hacia aquello que no se ve pero se
intuye, invitándonos a recrear historias familiares, ambientes tan reales como lo son las
cosas presentes en cada uno de estos cuadros. Estampas de ese entorno en el que Nieto
Pantoja dedica en esta exposición lo mejor de sí mismo, su entusiasmo por la
pintura. |
EL PUNTO DE LAS ARTES.
Mayo 2005 |
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